LITERATURA Y POESIA



LITERATURA Y POESÍA O EL ECO DE UN ALMA ATORMENTADA POR EL MARTILLO DEL TIEMPO

No todo rezuma, como decía el insigne poeta Pablo Neruda: “…dolor de tantas cosas: dolor, dolor, dolor…” también queda siempre abierto un leve resquicio a la esperanza: el amor a las pequeñas cosas, el recuerdo de la esplendorosa juventud vivida, la tibia memoria de muchos amores perdidos que quedaron como un desterrado sueño y todos esos retazos del alma que se fueron quedando atrás en este largo sendero que es la vida. Muchas veces marchitan las rosas y de su tallo solo quedan las espinas, pero también los resecos sarmientos suelen florecer esplendorosos, alentados por el rescoldo vital que queda siempre en el pecho donde late un corazón apasionado.

Deseo abrir esta sección con algunos fragmentos de poesía y relatos literarios breves. Y lo haré con una elegía dedicada a ese mi admirado y hondamente sentido Miguel Hernández, el poeta del pueblo, aquel silbo de luz vulnerado por la muerte a los 33 años que nos dejó el rico tesoro de su obra siempreviva, como un ejemplo para las generaciones del ayer, del hoy y del mañana.



ELEGÍA
(a las últimas horas de Miguel Hernández)

Cae la noche abatida en el silencio
y un silbo de luz huye llorando
por la fría soledad del cielo.

Enlutadas golondrinas vuelan piando
y gotas de rocío, como lágrimas ardientes,
en su inmenso sentir van derramando.

En su triste vagar de aves errantes
surcan el espacio, de cielo a tierra,
para caer como exhaustos caminantes.

En el tronco gris de la palmera
que llora con pesar su desconsuelo,
una humilde voz, temblorosa, reza.

Gime la palmera y de su llanto el eco
traspasa la penumbra lado a lado
con la grave sonoridad del verso.

Surca la bóveda celeste un rayo
como  espada flameante y dolorida,
como un fiero grito desgarrado.

Y mientras tú, en la mazmorra fría,
sientes la presencia de la muerte
con la triste lucidez de tu agonía.

El mortal beso que unge tu frente,
es beso de piedra, de adiós y de esperanza:
¡un beso redentor sobre tu cuerpo inerte!

Todo es consumado. El ángel te arrebata
y llorando parte hacia el ámbito infinito
dejando en su dolor a la fría madrugada.

Queda de luto el mundo y un sol marchito
alumbra de sangre los lejanos palmerales
entre fondos de celaje enrojecido.

Y nubes temblorosas escupen a raudales
la lluviosa tempestad de su tristeza,
derramando unos llantos torrenciales
que apura, en su dolor, la madre tierra.



(Publicada en la Web de la Unión Nacional de Escritores de España)