¿NAVES ESPACIALES EN LA PINTURA DEL SIGLO XVI…?



SI ESTOS ARTISTAS REPRESENTABAN IMÁGENES AL NATURAL Y EN MODO ALGUNO SURREALISTAS, MUCHOS ELEMENTOS QUE APARECEN EN SUS CUADROS NO DEJAN DE SER INQUIETANTES ENIGMAS

Sienes Ventura Salimbeni fue uno de esos pintores del siglo XVI que tanto destacaron en la creación de pinturas de origen religioso, sin embargo muchos de estos artistas introdujeron extraños artefactos pictóricos que el avance de los siglos ha ido otorgándoles un sentido mucho más racional y menos misterioso del que pudieran provocar en su tiempo, al incluirlos como elementos simbólicos en sus grandes creaciones. Un ejemplo lo tenemos en este cuadro que se conoce como “La glorificación de la Eucaristía”, uno de cuyos fragmentos superiores ofrecemos al lector como detalle. Lo primero que sorprende es que junto a la tradicional iconografía de la Trinidad (el Padre, el Hijo y la clásica paloma, representando al Espíritu Santo) aparezca una extraña esfera con dos antenas y lo que parece ser, en la parte inferior, una especie de “objetivo fotográfico”, apreciándose incluso una lente.  No cabe duda de que el artista representó una esfera metálica, si observamos tanto su color gris-azulado como el reflejo de una fuerte luz (el Sol) que se aprecia perfectamente en la parte superior. La esfericidad, además, queda resaltada perfectamente en el reflejo de lo que parece ser una habitación con una puerta, así como una franja en su ecuador que circunda la esfera, lo que pone de relieve la materialidad del elemento. La pregunta que nos formulamos inmediatamente es qué ingenio tecnológico sirvió de modelo o en qué se inspiró el artista para incluir este elemento perturbador en el cuadro. ¿Fruto de la casualidad…o el conocimiento previo?

Este cuadro se encuentra en la ciudad de Montalcino, a unos 45 kilómetros de Siena (Italia) y, según los expertos, fue pintado entre los años 1598 y 1614, por lo que nos resulta  imposible admitir que 400 años antes de que las primeras naves terrestres (como los Sputniks) salieran al espacio con esa misma forma, un pintor que obtenía sus imágenes del entorno natural, aventurase un salto tecnológico que se produciría cuatro siglos después.  Existen demasiados enigmas y demasiadas coincidencias entre muchos de los motivos que aparecen en estas aparentemente bucólicas y piadosas obras de arte religioso y los ingenios espaciales que la Humanidad del siglo XX y XXI ha ido creando conforme ha avanzado la Ciencia y la Tecnología, por lo que con toda lógica volvemos a preguntarnos si muchos de  estos pintores tuvieron algún tipo de conocimiento previo del futuro por medio de visitantes del espacio-tiempo que les ilustraron secretamente acerca de todos los avances que estaban por llegar, transmisión de conocimientos y muestra de evidencias que aquellos elegidos (asustados y llenos de asombro) guardarían en el más absoluto e impenetrable de los secretos, pues si la terrible Inquisición hubiera sospechado el más mínimo conocimiento de estos “encuentros” es seguro que su final hubiera sido la hoguera.


Motivos como el que ornamentan la pintura de Salimbeni existen y están repartidos en infinidad de obras pictóricas que no dejan de ser extrañas  porque su inclusión como elementos pictóricos no corresponden en modo alguno al estilo de la obra y la modalidad artística de aquellos lejanos años, ni por supuesto a sus conocimientos tecnológicos ¿Pueden ser estos “detalles” unos avisos que la Humanidad del futuro nos ha ido dejando a través del tiempo para que sepamos interpretarlos? ¿Pueden ser claros mensajes que nos advierten de la incuestionable posibilidad de los  viajes espacio-temporales? La verdad se conocerá algún día. Hoy no es posible pese a nuestro grado de desarrollo y desentrañar estos enigmas aún queda demasiado lejano para nuestra generación. Lamentablemente.