EL PRESIDENTE EISENHOWER Y EL CASO ROSWELL QUE ACONTECIÓ EN SOCORRO (NUEVO MÉXICO) EN 1947



ALGO REALMENTE EXTRAÑO SUCEDIÓ EN ESA ZONA  DEL SUR DE ESTADOS UNIDOS , PESE A TODOS LOS DESMENTIDOS OFICIALES Y AL VELO DE SILENCIO IMPUESTO  SOBRE EL CASO

El general de cinco estrellas Dwight D. Eisenhower era uno de los personajes más populares de Estados Unidos cuando decidió presentarse a las elecciones presidenciales norteamericanas, nominado por el Partido Republicano. Su candidatura incluía como Vicepresidente a un joven político y congresista llamado Richard Nixon que, ocho años después, en 1961, sería derrotado por el candidato demócrata John F. Kennedy aunque posteriormente, en 1969, lograría ser el 37º Presidente, cargo que revalidó en 1973 para un segundo mandato, aunque el asunto Watergate forzó su  dimisión un año después. Eisenhower, que fue Comandante en Jefe aliado del frente occidental en la II Guerra Mundial, juró su cargo como Presidente de Estados Unidos el 20 de enero de 1953. Seis años antes, durante la presidencia de su antecesor, Harry S. Truman, se habían producido dos eventos que dieron lugar a lo que posteriormente se conocería como la fiebre OVNI: el avistamiento de nueve objetos volantes similares a platillos sobre Mount Rainier, observados y descritos por el aviador deportivo Kennet Arnold, de Boise, Idaho; éste aseguró que volaban en formación y a gran velocidad, un hecho que aconteció en junio de 1947. Un mes más tarde tendría lugar  el llamado Incidente Roswell, uno de los más conocidos en el ámbito de la moderna Ufología y, quizá, el que más alcance publicitario y repercusión tuvo, pese a los constantes desmentidos oficiales y las absurdas versiones gubernamentales que se ofrecieron en su momento, intentando distorsionar la verdad. Este caso tuvo lugar en un rancho de Roswell, cerca de Socorro, Nuevo México, donde una nave de procedencia desconocida se estrelló en  julio de 1947, hallándose dentro de ella (según las distintas fuentes) hasta seis organismos de probable origen extraterrestre; estas entidades fueron evacuadas, junto con los restos de la nave,  a la famosa Área 51 en la base aérea de Wright-Patterson, Ohio, donde quedarían a buen recaudo en sus instalaciones secretas.

En 1954, al año siguiente de su elección, Eisenhower logró vencer todos los obstáculos y consiguió visitar las instalaciones de  esta Base, donde presumiblemente se guarda una buena parte de esta chatarra de origen desconocido así como el Nivel de "alto secreto" donde se almacenan una larga hilera de urnas de cristal que contienen los restos orgánicos de sus tripulantes accidentados. El episodio, pese a su hermetismo, hizo que los potentes e incisivos medios de comunicación estadounidenses tomasen cartas en el asunto y provocaran un inusitado revuelo durante algún tiempo. Al parecer el Presidente había ido a jugar al golf, uno de sus deportes favoritos, a la finca de unos amigos cerca de Palm Springs. Misteriosamente y durante algunas horas, Eisenhower desapareció como tragado por la tierra. Siempre y según la versión oficial había tenido que asistir con urgencia a una clínica dental tras romperse accidentalmente un diente mientras masticaba un muslo de pollo. Algunos medios sensacionalistas hablaron, incluso, de la posibilidad de un infarto. Pero la verdad, según fuentes no oficiales aunque bien documentadas, es que el mandatario fue a inspeccionar las instalaciones secretas del Área 51 para ver todo el material que allí se guardaba. Según estas mismas fuentes, Eisenhower pudo analizar los restos de aquellas naves, de una desconocida y altamente evolucionada tecnología, cuyas aleaciones metálicas no habían podido ser fabricadas por la mano del hombre; también observó la sofisticada instrumentación y su desconocido equipamiento técnico. Posteriormente le condujeron a otra cámara subterránea para inspeccionar las urnas, llenas a rebosar de líquidos conservantes, que contenían los restos de unas extrañas entidades biológicas, seres de pequeña estatura y abultados cráneos que tripulaban las naves discoidales estrelladas. Llegados a este punto existen varias versiones acerca de los comentarios que el Presidente hizo al equipo científico que guió su visita por las instalaciones. De todas ellas solo dos han trascendido insistentemente aunque, como es lógico, nunca podrán ser verificadas. La primera nos induce a suponer que Eisenhower se interesó especialmente por la tecnología con que habían sido fabricados aquellos extraños vehículos, de forma discoidal en su mayoría, y concretamente las plantas motrices que les permitían sus desplazamientos por el espacio. La segunda de ellas, más tendenciosa, asegura que una vez estuvo ante las herméticas urnas de cristal, al observar su contenido, exclamó literalmente: “…Señores ¿cómo es posible que estos repugnantes insectos hayan podido desarrollar tales máquinas y superarnos en tecnología?...” Es evidente que tal exclamación, de ser cierta, rompería totalmente el concepto que tenemos sobre los arquetipos básicos de estos supuestos seres alienígenas y que son descritos como unos hombrecillos de piel agrisada, de apenas metro y medio de estatura y cráneo abultado con grandes ojos oblicuos junto a un segundo grupo formado por entidades biológicas que superan los dos metros de estatura, presentan una tez lechosa y son similares físicamente a los seres humanos.

Cabría preguntarse también porqué el interés del presidente Eisenhower en inspeccionar todo este material de posible procedencia extraterrestre. Documentos desclasificados recientemente en Gran Bretaña inducen a suponer que ya durante la II Guerra Mundial se produjeron algunos episodios de avistamiento OVNI en los cielos europeos. Los pilotos aliados les solían llamar familiarmente foo fighter (que podríamos traducir como “cazas fantasma”) En realidad eran una especie de bolas luminosas que volaban junto a las formaciones de combate como si estuviesen en misión de reconocimiento, aunque sin realizar acciones hostiles contra ellos ni aún cuando algunos artilleros de torreta, asustados, abrieran fuego con sus potentes ametralladoras, que por supuesto no llegaron a alcanzarles ni causarles el menor daño. Todo nos sugiere que Eisenhower fue informado por el propio premier británico Winston Churchill sobre estos extraños avistamientos de los que, a su vez, era puntualmente informado por el Mando de la Defensa Aérea británica. Inicialmente consideraron que podrían ser probablemente unas nuevas y desconocidas armas secretas alemanas, aunque era muy extraño que no atacaran a las grandes formaciones de bombarderos que estaban literalmente machacando las ciudades, fábricas y complejos industriales de Alemania. Acordaron mantener en secreto aquellos informes, entre otras muchas razones, para no  alterar las creencias religiosas de la gente. Y no deja de ser curioso que este fuera uno de los argumentos de tal clasificación que, en la práctica, suponía mantener en la más estricta confidencialidad aquellos incidentes, como si nunca hubieran ocurrido. Esta misma política ocultista sería observada –y aún lo es hoy- por todos los gobiernos del mundo, con independencia de su orientación política, modelo de Estado, forma de gobierno, etc. Es como si por encima de cualquier diferencia ideológica se hubiese establecido una extraña e inusual entente cordiale que aún se mantiene hasta nuestros días, por incomprensible que parezca.


II. ¿Qué conclusiones reales obtuvieron los
     expertos norteamericanos sobre Roswell?

Se ha especulado mucho acerca del resultado verídico que los especialistas gubernamentales obtuvieron tras analizar durante décadas el Caso Roswell y otros de naturaleza similar que fueron aconteciendo con el paso de los años, ya fuera sobre territorio estadounidense o en cualquier país bajo su influencia. Las agencias de Seguridad Nacional (CIA, FBI, Inteligencia Militar, etc.) y los distintos Comités de investigación que se fueron creando diversificaron sus tareas en varios grupos. El más fundamental de todos consistió en controlar y establecer un pacto de silencio de obligado cumplimiento para todos los científicos y especialistas que tenían acceso a estas áreas reservadas. También se acordó la negación absoluta de que tales hechos hubieran ocurrido, minimizando, cuando no ridiculizando a quienes desde cualquier medio de comunicación, pretendían airear una realidad que oficialmente no existía. Entre tanto se desarrollaban proyectos como el famoso “Libro Azul” en la más absoluta privacidad y cuyos análisis, conocidos muchos años después,  llevaban a la conclusión de que  estas naves de supuesto origen extraterrestre no existían y los mínimos porcentajes que podían ser considerados de naturaleza inexplicable, no suponían ningún peligro para la nación americana. Es evidente que tenían mucha razón.

Roswell fue, desde los primeros días del suceso, toda una serie de confirmaciones y desmentidos, tergiversaciones, engaños y operaciones de despiste perfectamente estudiadas. El general Ramey, llegado expresamente desde Fort Worth (Texas),  convocó una rueda de prensa en la que mostró a la prensa lo que presumiblemente eran los restos hallados en el rancho Brazel: fragmentos de una especie de papel aluminio empleado para la fabricación de un globo-sonda, que formaba parte del Proyecto  Mogul, altamente secreto, con el que EE.UU.  pretendía espiar las instalaciones militares de la Unión Soviética. Aquel episodio no convenció a nadie y, como dijimos antes, enardeció aún más los ánimos de quienes apuntaban al cosmos como origen de aquellas naves lenticulares y sus correspondientes tripulantes. Pero bastantes años después, ya en la década de los 90, un ingeniero que se identificó como Mister X para ocultar su verdadera identidad, reveló a un amigo periodista algunas páginas del diario de su padre, fallecido a principios de los 60. Este hombre fue uno de los científicos auxiliares que trabajó en la Base de Wrigth-Patterson en la época en que llegaron los restos del supuesto OVNI y sus tripulantes. En dicho diario transcribía los comentarios de sus superiores jerárquicos, sus teorías e hipótesis y su ignorancia real sobre la procedencia de la nave y la posibilidad, según uno de los físicos teóricos que la estudiaron, de que aquellos restos tan celosamente conservados no fuesen de origen espacial, sino extra-temporal:

 ¡Una máquina del tiempo construida posiblemente en el siglo XXIV y los “alienígenas” unas entidades biológicas conseguidas en sofisticados laboratorios de bio-genética; la máquina que se estrelló fue uno de los primeros prototipos que se enviaban a tan apasionante viaje y cuya meta, de no haberle fallado muchos mecanismos, entre ellos el cronológico, era asistir “in situ” a la primera prueba atómica que se realizó en Alamogordo justo dos años antes, en julio de 1945!