Aquella inexplicable y misteriosa muerte, ocurrida en la
madrugada del 29 de
septiembre de 1978, 33 días después de haber sido elegido Papa, aún
sigue sin estar resuelta satisfactoriamente y de una forma precisa, diáfana y
sin la más mínima sombra de duda. Las circunstancias que la rodearon, los
personajes que estuvieron de alguna manera implicados en ella, los
procedimientos inusuales puestos en práctica y otros muchos factores jamás
aclarados del todo, nos inducen a sospechar que aquella oscura madrugada la
siniestra sombra de los Borgia recorrió lúgubremente las estancias del
Vaticano. Casi 35 años después aún no se sabe a ciencia cierta quién o quiénes
acabaron con la vida del Papa de la sonrisa.
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