Uno de los reporteros más prestigiosos de Portugal en aquellos años, captó unas inusitadas imágenes que revelan parte de la verdad de todo cuanto aconteció
Joshua Benoliel |
Pero ese 13 de octubre se
encuentra en su tierra, en los encinares de Fátima, dispuesto a ser testigo
gráfico de un desconocido episodio del que ignora su desenlace, aunque intuye
que algo importante debe ser cuando miles de personas han hecho acto de
presencia, llegando desde todos los rincones del país. Intenta calcular el
número de asistentes, pero es imposible. ¿diez mil, veinte mil, cincuenta mil…?
Prepara sus herramientas de trabajo y espera. A mediodía una fina y pertinaz
llovizna sigue empapando los campos. La gente despliega sus paraguas en los
momentos que arrecia el aguacero y una impresionante mancha oscura parece
ennegrecerlo todo. Por fin, en un momento determinado, un extraño resplandor
parece abrirse camino entre la capa de nubes. Comienza el público a agitarse e
intenta acercarse a los niños protagonistas, los pastorcillos, que quedan
lejos, arropados por miles de personas que se arremolinan cerca de ellos y a
los que es imposible llegar. Solo puede fotografiar a las gentes que extasiadas
o temerosas alzan la vista hacia aquellos dos discos plateados, como de metal
pulido, brillantes y luminosos, que evolucionan sobre la vertical del paraje.
Sus movimientos son extraños, inquietantes e inusitados. Uno de ellos parece
desplomarse en “zig-zag” desde las alturas, emitiendo unas luces irisadas de
colores vivos y brillantes: rojos, azules, amarillos y violeta que atemorizan a
las gentes y hacen huir despavoridos a muchos. En una de las tomas capta un
extraño objeto circular que queda al borde de la imagen. En otro disparo fotografía
una enigmática estela de humo que acaba de describir un giro ¡¡ en un perfecto ángulo recto de 90º !! en
otro intenta captar aquella especie de sol que parece girar locamente sobre sí
mismo. El desconcierto es total: unos rezan o gimen, otros lloran, algunos
quedan mudos por el pánico, aquellos se alejan corriendo…
(Nótese el detalle superior de la izquierda) |
Él ha registrado una colección de
placas que habrá de revelar con todo cuidado para no perder detalle, pero
algunas de las tomas han resultado fallidas, probablemente. La velocidad de
desplazamiento, sus movimientos evolutivos y la naturaleza de esos misteriosos
discos luminosos que sobrevuelan los cielos encapotados de Cova de Iría son
algo realmente impresionante incluso para un reportero tan experimentado como
él y acostumbrado a situaciones difíciles y peligrosas, fotografiando acciones
de combate bajo un intenso bombardeo artillero. Poco después, tras un tiempo
que parece una eternidad, acaba todo. Los discos luminosos se alejan entre las
brumas del celaje nublado y las gentes empiezan a abandonar el lugar. Joshua
Benoliel está confuso, como la inmensa mayoría de los espectadores. Pero se
impone su gran profesionalidad, recoge con sumo cuidado el equipo fotográfico y
se marcha. Muchas de sus fotos serán publicadas en los días siguientes en los más prestigiosos
periódicos portugueses, en el diario O
Século, en el lisboeta O Dia, en
la Ilustraçao Portugueza. Y ahí quedará para la Historia el testimonio gráfico de
uno de los episodios más misteriosos y enigmáticos a los que ha asistido nunca.
La falsa imagen publicada en L'Observatore Romano en 1951 |
En el año 1951 el órgano oficial
del Vaticano, L’Observatore Romano,
publicó una imagen de los supuestos “soles” de Fátima. Pero esa imagen es
falsa, aunque muchos pretendieron hacerla pasar por auténtica y aún lo
intentan. En realidad se trata de la imagen de un atardecer hecha por el dueño
de una finca cercana a Fátima, en el año 1925. A la muerte de este hombre, sus
hijos intentaron venderla como verdadera conociendo la repercusión del caso y
quizá obtuvieran por ella un sustancioso beneficio. Sin embargo la colección de
placas negativas que impresionó Benoliel fueron vendidas al Santuario de Fátima por sus herederos,
tras su muerte ocurrida en 1932 a los 59 años, donde quedaron depositadas junto
a la primera documentación escrita, esto es, las Actas que reflejaron las primeras declaraciones
de los niños. Tras la caída de la República por un golpe militar en 1926 se
implantó el Estado Novo de Oliveira
Salazar, una dictadura de corte nacional-católico que junto con la Iglesia,
convirtieron pronto el misterioso suceso en una aparición mariana. Así
conseguían varios propósitos, elevar el grado de religiosidad de las gentes,
solucionar un enigma incomprensible y abrir un lugar de culto que sería
económicamente muy rentable. Varias décadas después, unos investigadores
portugueses, haciendo gala de gran inteligencia y astucia, consiguieron acceder
a todo el contenido del Archivo y reproducir parte del material (gráfico y
documental) allí conservado. El resto aún permanecerá posiblemente en el
Santuario de Fátima, si es que los adelantos de la Ciencia y la comprensión que
hoy tenemos de esos misteriosos objetos en el cielo, no han disuadido a los
responsables de la institución a destruir unas pruebas tan evidentes que ponen
en tela de juicio los hechos que hoy se conocen como Milagro de Fátima y la evidencia de que todo cuanto allí pudo
suceder en 1917 fue un auténtico encuentro
de tercer tipo con entidades ajenas a nuestro mundo, un hecho que poco
tiene que ver con la casuística mariana.