La información la
recibió de uno de sus más fieles asesores, meses después de la visita secreta
que realizó al Area 51 de
Wrigth-Patterson, en 1954


El disco, por el contrario, sí
era el auténtico que habían rescatado en Roswell. Presentaba algunos leves desperfectos
en su estructura circular, ligeramente ovalada, por el impacto contra el suelo.
Disponía de una cúpula que algunos técnicos afirmaban podía ser de un desconocido
tipo de aluminio transparente. Y de él colgaban algunos restos parecidos a un
raro tejido en forma de envoltorio, que probablemente formaban parte de su
escudo protector. Eisenhower quedó impresionado ante aquella máquina, sin
embargo –según confesó a sus acompañantes- había imaginado que tendría unas
formas mecánicas externas mucho más complejas y “raras”. Era un disco que en su
parte frontal presentaba como unas hendiduras y lo que parecían ser unas
minúsculas toberas, aunque ignoraban dónde tenía la planta motriz. El metal de
la estructura era pulido, parecía acero cromado de una aleación purísima y
apenas presentaba ligeros rasguños, bastante tenues pese al severo accidente.
La única explicación coherente de técnicos e ingenieros es que estaban
estudiando intensamente el prototipo para intentar descubrir sus mecanismos secretos
y la forma de acceder a ellos. Sin embargo también, en esta ocasión, mintieron
al Presidente puesto que ya tenían una idea bastante exacta de lo que realmente
era aquel artefacto y el gran enigma que tenían entre manos.
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FICCIÓN. Máquina del Tiempo inspirada en H.G. Wells |
Varios meses después, su asesor
le informó detalladamente durante una reunión en el Despacho Oval de la Casa
Blanca. Gracias a un confidente había obtenido toda la información recopilada
desde 1947 y las primeras conclusiones lógicas a las que habían llegado los
expertos. Las palabras del ex alto oficial de la USAF llenaron de perplejidad y
asombro a Eisenhower. Aquel disco volante no era, como todos creían, un
vehículo espacial procedente del espacio exterior, ni había llegado desde
ningún exótico planeta: aquel sofisticado ingenio había sido fabricado en
nuestro mundo, aunque no en esa época: era un primitivo modelo de Máquina del Tiempo, quizá uno de los
primeros prototipos fabricados por la Humanidad futura que al sufrir la avería
de algún sistema motivaron su accidente. El ingeniero-jefe calculaba que podría
proceder del siglo XXV ó XXVI y en este sentido no tenían la más mínima duda.
Probablemente, entre otros errores estructurales, le había fallado el sistema
de inducción cronológica, puesto que
su misión probablemente habría sido observar “in situ” los efectos de la
primera explosión atómica que tuvo lugar justo dos años antes del accidente en
un lugar cercano del desierto de Alamogordo, Nuevo México, un hecho histórico que
ocurrió en julio de
1945.
No es, pues, de extrañar que
actualmente, en algún lugar ignoto e impenetrable de los Estados Unidos, con un
inagotable presupuesto federal y dentro del más alto secreto, un selecto equipo
científico, compuesto principalmente por expertos en Física Cuántica, estén
trabajando en un modelo básico de Máquina que permita al hombre desplazarse a
voluntad por el espacio-tiempo. ¿Quién es capaz de poner en duda esta
hipótesis…?