Unas increíbles reliquias junto a una historia, basada en supuestos prodigios procedentes del Medievo, que hoy son puestos en tela de juicio por investigadores independientes


Actualmente esta milagrosa reliquia se encuentra en la
iglesia de San Francesco, conservada en un artístico relicario de plata. La
carne, momificada, es una pieza redonda de unos 60 milímetros de diámetro, cuyo
centro está totalmente deteriorado, habiéndose replegado hacia los bordes que
se encuentran ligeramente levantados en pliegues y presenta una coloración
amarillenta o marrón oscuro. Se encuentra en el interior de una custodia,
situada en la parte superior del relicario. En su parte inferior, dentro de un pequeño cáliz transparente de
cristal de roca, está la sangre dividida en cinco grumos con un peso total de
15,18 gramos y un color amarillo-marrón.
Entre los años 1970-71 se realizó
un examen para estudiar las características biológicas de estos elementos y
definir su naturaleza física. Este análisis se repitió en 1981 por el profesor
Odoardo Linoli, Catedrático de Anatomía e Histología Patológica con la ayuda
del profesor Ruggero Bertelli de la Universidad de Sena, utilizando el más
moderno equipamiento científico de entonces. Tomando pequeños fragmentos y muestras de los tejidos momificados, así
como de la sangre reseca, determinaron que la carne y la sangre eran auténticas
y pertenecían a la especie humana y con toda seguridad provenían de un hombre
joven. La carne estaba compuesta por fibrocélulas del tejido muscular del
corazón conteniendo secciones del miocardio, endocardio, nervio vago y por su
grosor original estimado, posiblemente era del ventrículo izquierdo. En la
sangre se hallaron proteínas fraccionadas con la proporción en porcentaje que
corresponden al cuadro seroproteico de sangre humana normal con presencia de
minerales como calcio, cloruros, fósforo, magnesio, potasio y sodio. Ambos
elementos orgánicos son del grupo AB aunque sin especificar el factor Rh. Este
factor, tanto positivo como negativo, se encuentra repartido, en pequeños
porcentajes, prácticamente en todos los grupos étnicos del mundo.
Posteriormente no se han vuelto a realizar nuevos estudios científicos.
¿Qué explicación racional puede
tener este supuesto milagro? Aunque la Ciencia no ha puesto en duda la
naturaleza humana de esta reliquia, desde el punto de vista creyente y
religioso se estima que ésta es parte del corazón de Cristo y que la sangre es
su propia sangre, sin embargo nos hacemos la siguiente pregunta ¿Si de ser
verdad esto es cierto porqué está momificado el tejido cardíaco y la sangre
reseca en grumos? ¿No sería más lógico que pese al tiempo transcurrido se
mantuviese con total frescura y liquidez...?
Analicemos
otros hechos probables. El monje tuvo serias dudas acerca de su vocación
religiosa en unos tiempos en los que las herejías comenzaban a hacer mella en
la práctica de la doctrina y funcionamiento de la Iglesia como institución.
Este monje (cuyo nombre no ha trascendido, desconociéndose por lo tanto su
identidad) es posible que, secretamente, fuese en cierto modo partidario de las
doctrinas heréticas del arrianismo
(que siempre dudó sobre la naturaleza divina de Jesús de Nazaret) y probablemente comentara las grandes dudas y
vacilaciones espirituales que tanto asolaba su mente a otros monjes, incluido
su propio confesor, pidiéndoles consejo y ayuda
para mantenerse firme en una fe que iba perdiendo por momentos; es
posible que cayera en un estado
anímico-depresivo muy severo, circunstancia que no dejaba de ser inquietante
para una comunidad religiosa donde todo se compartía y donde determinadas
actitudes dudosas pudieran ser un peligroso detonante, especialmente en el
convulso panorama religioso que se vivió
en aquella etapa histórica. No es aventurado suponer por lo tanto, y como mera
hipótesis, que algunos monjes prepararan una piadosa artimaña para que este
religioso recuperara su fe. Y nada más fácil que fabricar un milagro con el que podrían devolverle el sosiego
espiritual al hermano descarriado. Posiblemente la mañana en que se produjo
este supuesto prodigio, el cadáver de algún
hombre joven, fallecido de muerte natural, se encontrara descansando en
su tumba faltándole un trozo circular de su corazón y unos pocos centímetros
cúbicos de sangre. Aunque quizá la
comunidad de monjes de San Basilio nunca pudo imaginar la gran repercusión que
su bien intencionada acción iba a suponer para el futuro.