Si se hallase este arcano documento, su
contenido podría poner en evidencia muchos principios y cuestionaría ciertas
verdades que harían tambalearse los cimientos de nuestra actual Civilización
Conocemos su existencia. Sabemos que
permanece oculto o custodiado en un lugar ignoto y secreto. Puede estar en
Europa, en Oriente Medio o en el Continente americano, puede estar guardado en
una misteriosa cripta, bajo el subsuelo de cualquier Catedral cristiana o en un
desconocido santuario, palacio o castillo. Puede hallarse aún bajo una
impenetrable sima subterránea, en algún archivo secreto oficial o en la cámara
acorazada de algún gobierno del mundo occidental. Este Códice contiene las claves que arrojarían luz sobre muchos aspectos
oscuros de nuestro pasado, de nuestro presente y posiblemente de nuestro futuro;
es posible que los grandes principios y creencias se vinieran abajo y bastantes
de los enigmas que esconde el devenir temporal de la Humanidad podrían ser
resueltos. Pero la pregunta es ¿hasta qué punto los líderes de nuestra
civilización, si consiguieran encontrarlo, estarían dispuestos a revelar sus
contenido, difundirlo y exponer al mundo sus verdades y profecías aún a sabiendas que podrían provocar una
revolución de consecuencias imprevisibles? ¿Cuántos principios, ideologías o
religiones sucumbirían ante sus Verdades? ¿Quiénes son los que, hasta ahora,
conocen parte de su inquietante naturaleza, si es que alguien ha logrado ese
privilegio? ¿Ha sido la
Historia de nuestra Era y aún la más reciente, una consecuencia
del desconocimiento de todo cuanto contiene…?
El Códice X no es una figura retórica o simbólica. En un principio,
hace unos siglos, se creyó que podría ser el auténtico original del “Arbor
Mirábilis” en su más pura y auténtica esencia, pero pronto se descubrió que
esta obra nada tenía en común con él, ni siquiera con su clarividente autor,
Ulrico de Maguncia, maestro de Nostradamus. Este documento guarda una Verdad tan absoluta e inquietante que
el ser humano difícilmente estaría dispuesto a asumir. Ignoramos quién lo
transcribió. Pudieron ser los Templarios, los Illuminati, los francmasones, los
Kataugos, los Sabios de Sión, la sociedad Thule, Galileo Galilei o los ya
citados Ulrico de Maguncia y Nostradamus. O quizá cualquier otra sociedad
secreta, cualquier filósofo o erudito aún desconocido que lo ocultó en las
brumas de la Historia
consciente del terrible legado que tenía en sus manos y todo cuanto emana de su
misteriosa naturaleza. Su búsqueda y hallazgo sería mucho más trascendente que
el propio Grial, el Arca de la Alianza, la naturaleza de Yahvé o la indiscutible
autentificación del Sudario de Turín.
Porque el Códice X afecta al destino de la Humanidad entera, con
independencia de razas, credos, nacionalidades, principios filosóficos,
religiones o regímenes políticos. Sobre quién o quienes lo transmitieron al
hombre, o a un reducido y selecto grupo, permanece también en el más absoluto e
impenetrable de los secretos. Solo cabe hacer conjeturas, de la misma forma que
conjeturas son también sus preceptos esenciales. Pudieron ser Entes superiores
llegados de las estrellas o los hombres del futuro; también los atlantes o
cualquiera de las civilizaciones perdidas y aún desconocidas que pudieron
habitar nuestro Planeta en tiempos remotos.
En el terreno –siempre hipotético-
de las conjeturas, es muy difícil, incluso para los más clarividentes
pensadores, aventurar lo que reza en sus páginas. Intuimos que puede ser una información vital para la raza humana,
un conjunto de premoniciones que se van convirtiendo en verdades absolutas a
medida que va transcurriendo el tiempo, una serie de hechos evidentes que los
años van materializando progresivamente y en cuyo devenir histórico se
encuentra en el gran secreto que encierra. El día que se descubra el hombre
hallará todas las respuestas; todo tendrá un extraordinario y diáfano sentido,
una aplastante lógica. Su búsqueda será, a medida que avance el presente siglo
XXI y quizá buena parte del venidero, una nueva Cruzada desarrollada en el más estricto silencio porque aquél que
lo posea, aquel o aquellos que beban en sus fuentes, estarán en condiciones de
liderar no solo naciones, sino al mundo entero. Será como un principio de Poder
tan eficiente y absoluto que nada ni nadie podrá oponerse a sus dictados. Por
eso nuevas sociedades ocultas se preparan para iniciar una febril búsqueda que
propicie su hallazgo, conscientes de su naturaleza sublime y del inmenso y
arrollador poderío del que podrán aureolarse cuando este singular Códice esté
en sus manos.
La gran aventura ha comenzado,
aunque de forma secreta y diríamos clandestina. Una intensa búsqueda ya está en
marcha desde hace más de un siglo sin que nadie hasta el momento haya podido
hallarlo. Y forzosamente los seres humanos debemos hacernos esta pregunta ¿Quiénes
lograrán descubrir y poseer este mítico Códice
X…? Solo los tiempos venideros lo dirán.