Los
gobiernos siguen practicando su política de silencio impenetrable,
especialmente el de EE.UU. Lo que conocemos es tan solo la punta del iceberg de
una realidad que a duras penas pueden mantener ya en silencio
No
son solo las imágenes que el Orbity ha enviado a la Tierra, sino las que
obtuvieron otras sondas lanzadas anteriormente (Mariner, Marsnik, Vikings, Mars
Oddisey, Mars Explorer o Curiosity, entre otras) Las que hoy se difunden son
apenas un 0,5% de todo cuanto realmente han captado en la superficie del
planeta hermano y aún así éstas han sido convenientemente alteradas en su
coloración (para seguir manteniendo la leyenda del “planeta rojo”) parcheadas sutilmente
y difuminadas, cuando no borradas todas sus evidencias. Pero en Marte hay
misteriosas construcciones geométricas: recintos como amurallados, obeliscos,
pirámides, esfinges…Y lo más importante de todo: agua y vegetación. Las
construcciones no pueden ser objeto de la erosión del planeta. Son demasiado
perfectas y planificadas en su trazado, por lo que debe descartarse la mera
casualidad de su presencia sobre la superficie marciana. Los edificios, los
recintos, las pirámides y muchas otras construcciones en claro proceso de ruina
debieron ser construidos por una mano inteligente, de eso no cabe la menor
duda. La pregunta es ¿por quién? ¿Qué civilización realizó estos trabajos y
cuándo? Esa es la cuestión primordial.
En
cuanto a la vida ignoramos también si ésta ha sido hallada en forma bacteriana,
unicelular o en forma de entes más complejos, si están vivos o sólo quedan sus
restos petrificados o esqueletizados. Nosotros, los ciudadanos del mundo, lo
desconocemos absolutamente, pero nuestros gobernantes no. Ellos tienen unas
evidencias que nos han venido ocultando sistemáticamente desde los años 60 del
pasado siglo, década en la que se iniciaron los primeros lanzamientos de
ingenios automáticos a Marte. Y medio siglo después seguimos absolutamente igual
de ignorantes. Nos muestran lo que quieren que veamos, pero de vez en cuando
hay ingenieros, técnicos, científicos y astrofísicos vinculados a NASA y a
otras agencias espaciales (por ejemplo de Rusia, la antigua URSS) que no pueden
ni quieren mantener por más tiempo el silencio y en un alarde de sinceridad nos
dicen que Marte fue un lugar que albergó una antigua civilización, más remota
que la nuestra y que hoy la vida y el agua, junto a una tenue atmósfera, siguen
presentes en aquel planeta, aunque bajo formas muy diferentes. También que el
cielo marciano es ligeramente azul y que la coloración que presenta la
superficie es mucho más suave que la que muestran las imágenes oficiales,
convenientemente adulteradas para mantener el engaño y la semblanza de un
“planeta rojo” inhóspito y muerto.
¿Por
qué lo hacen? ¿Por qué nos mienten? ¿Qué tipo de razones hay para no decir la
verdad a una sociedad culta y avanzada como la nuestra? Quizá sea por miedo,
por temor a que muchas creencias se vean seriamente comprometidas. Y en este
sentido todo adquiere una aplastante lógica. El esquema político-religioso que
impera en lo que llamamos Occidente podría verse afectado si admitieran que
existen seres semejantes a nosotros en otros planetas distintos al nuestro.
Sería un cataclismo para esas creencias religiosas exclusivistas que
convirtieron al planeta Tierra en el ÚNICO de todo el Universo que albergaba
vida orgánica e inteligente. La presencia de un ente biológico venido de otro
planeta o de otra galaxia supondría colocar en un duro aprieto a estas viejas
teorías. Por este motivo nos engañan y desean mantenernos en la mera hipótesis
especulativa, puesto que sin confirmación no hay posibilidad de evidencia. Esta
es la causa por la que Marte, como otros muchos lugares del Cosmos, será
oficialmente un planeta muerto, un territorio inhóspito y letal para cualquier
tipo de vida. Pero formulémonos esta simple pregunta:
¿Realmente
lo es…?