Las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM)siguen siendo un enigma, pese a todos los estudios que se vienen realizando por parte de médicos e investigadores, desde que comenzaron a analizarlas. Un alto índice de personas que tuvieron lo que se conoce como "muerte clínica", aseguraron haberlas experimentado y muchos testimonios son coincidentes en lo referente a las "visiones" y demás efectos que suelen apreciar o sentir durante ese misterioso trance. Algunos investigadores se inclinan por suponer que esta ECM es, en realidad, una consecuencia del efecto de las endorfinas, péptidos opioides endógenos, que funcionan como neurotransmisores y son unas drogas de origen natural que segrega el cerebro y que se suponen son las causantes de estas visiones sobrenaturales.
El 9 de enero de 2017 fallecía Darío (nombre supuesto del protagonista real de esta historia)y en esta ocasión su muerte se producía de forma ya irreversible y definitiva. ¿Porqué decimos que de forma irreversible? Pues sencillamente porque Darío ya tuvo una "muerte" anterior, hacía casi 12 años, concretamente el 22 de junio del año 2005. Ese día se encontraba en plena faena cuando sintió de pronto un agudo dolor en el pecho. Apenas pudo llamar la atención de unos compañeros, cuando se desvaneció.
A partir de este momento comenzó a experimentar lo más alucinante que había vivido a lo largo de su vida. No le fue fácil a este autor acceder a la verdad. Darío era tremendamente reservado, pese a su amistad, y parecía como si aquella singular experiencia que había vivido en primera persona le avergonzase profundamente. A decir verdad este hombre nunca se había interesado, ni lo más mínimo, por todas esas historia sobre casos supuestamente sobrenaturales. Era muy escéptico y se sentía incómo relatando su propia historia. Pero había sido tan intensa, había sido tan tremendamente lúcida, que sintió la imperiosa necesidad de contarla a sus más íntimos y gracias a uno de estos familiares pude conocer el caso. Tras varias entrevistas, después de haberle relatado otros casos aparentemente similares y de hablar con él de lo divino y lo humano y poniendo en juego todo mi poder de disuasión, logré conocer su historia que, esencialmente, difería en muy poco sobre otras experiencias ECM que había estudiado anteriormente.
Siempre resaltaba la sensación de paz y bienestar que sintió tras el agudo dolor inicial y el sofoco físico del mortal desvanecimiento. Aseguró haber visto la escena de su muerte como si estuviera contemplando una obra de teatro en la que una copia de él, era el principal protagonista. Y también aquella inmensa y brillante luz al final de lo que él describía como "un estrecho y oscuro camino" (¿el famoso túnel?) Y cómo si una indescriptible fuerza le detuviera en su errático andar, a punto de alcanzar la luz, y le obligara a regresar, volviendo a sentir sobre su pecho físico las manos del sanitario que masajeaban su corazón y el aire de la mascarilla de oxígeno. A partir de ese momento, a partir de esa experiencia, le había perdido el miedo a la muerte y, pese a sus vivos recuerdos, comenzó a plantearse el gran misterio de la existencia humana, si hay vida después de la vida y cómo es realmente ese tránsito que no un final definitivo de la vida humana.
Los estudios científicos realizados en varios países sobre personas que habían sufrido infarto, descubrieron que casi la mitad de la gente que sobrevivió al paro cardiaco describieron o informaron de algún tipo de conciencia superviviente durante el tiempo en que estuvieron declarados clínicamente muertos.
Muchos de estos pacientes afirmaron haber abandonado su cuerpo completamente y haber observado, desde una esquina de la sala donde se encontraban, cómo los médicos y sus ayudantes les reanimaban. Además de haber estado inconscientes y clínicamente muertos durante tres minutos, algunos pudieron describir con todo detalle las acciones llevadas a cabo por el personal médico para reanimarlos, e incluso el sonido de las máquinas.
Sin embargo no todos recuerdan estas experiencias postmorten; según un estudio realizado sobre más de dos mil casos de pacientes estudiados que habían sufrido un ataque al corazón, algo más de 300 sobrevivieron y 140 de ellos afirmaron haber experimentado algún tipo de conciencia tras haber sido resucitados, pese a que el cerebro suele dejar de funcionar aproximadamente entre veinte y treinta segundos después de que el corazón se detiene. ¿Verdad indiscutible o efecto de las endorfinas del cerebro? Todo es posible. Solo una persona que pudiera retornar de la muerte absoluta, es decir, tras varias horas o días realmente muerta, nos podría sacar de dudas y aclarar el enigma, pero imaginamos que esto es imposible.
Quizá algún día, si aquellos que están hoy criogenizados pueden ser retornados a la vida en un futuro, nos puedan contar si realmente han estado viviendo alguna experiencia trascendental durante todo el tiempo que estuvo suspendido su ciclo vital. Pero, evidentemente, serán otras generaciones las que conozcan esta verdad, como tantas otras interesantes cuestiones de las que se tendrá plena consciencia en el futuro.