1917-2017 ¿Qué sucedió realmente en Fátima? (II)



Los testigos vieron cómo uno o dos “soles” evolucionaban en el cielo lloviznoso de aquel 13 de octubre. Pero ¿realmente era el Sol?



Uno de los efectos más misteriosos y controvertidos de todos cuantos ocurrieron en Cova de Iría a lo largo de los 6 meses que duró el fenómeno de la supuesta aparición (recuérdese que fue el día 13 de cada mes, desde mayo a octubre) fue sin duda el llamado “baile del Sol” sobre las cabezas de la muchedumbre que aquel lluvioso día de octubre de 1917 se concentró en toda la zona donde presumiblemente se aparecía la Virgen. Se habló de 70.000 personas, una cifra que parece a todas luces exagerada, sin embargo el enorme gentío que podemos apreciar en las imágenes que tomó Josua Benoliel, un prestigioso fotógrafo portugués, debió estar compuesto por varios miles de testigos que presenciaron el prodigio “in situ” presos de un notable grado de estupefacción, nerviosismo y temor, a juzgar por las imágenes.

Hay una fotografía en especial en la que se aprecian dos grupos bien diferenciados de testigos que miran hacia arriba, hacia el celaje nublado. Unos lo hacen en sentido vertical y otros de manera oblicua lo que viene a demostrar que no fue solo un “sol” sino dos o más los objetos luminosos que evolucionaron en el espacio aéreo de Fátima aquel mediodía. Según las crónicas  ese “sol” apareció por entre el techo de nubes y comenzó a “bailar” en expresión de los testigos; era un “sol” muy brillante que, sin embargo, podía contemplarse sin que dañase los ojos, como un farol al que se le antepone una pantalla que suaviza la intensidad de la luz. ¿Fue realmente el Sol el que ejecutó esos movimientos sorprendentes? La respuesta, evidentemente, es totalmente negativa. El Sol, como epicentro de nuestro sistema solar, permanece estático en su giro heliocéntrico. Cualquier mínimo movimiento errático y diferente provocaría un cataclismo a escala planetaria.

Evidentemente nuestro Astro Rey no fue ni pudo ser ese prodigio luminoso que evolucionó en Cova de Iría, ni “entró” en nuestra atmósfera, algo totalmente descabellado, pues con solo acercarse a la mitad de la distancia que nos separa de él, su calor abrasaría y fundiría hasta las piedras, además debemos recordar que su diámetro es casi 110 veces más grande que el de la Tierra. No, definitivamente no pudo ser el Sol, sino algo totalmente distinto y posiblemente movido por una inteligencia que provocaba unas evoluciones aparentemente controladas  en su movimiento por toda aquella área. Hubo un momento, que pareció zigzaguear y precipitarse hacia el suelo, dando lugar a estampidas y gritos de terror, según la crónica de los testigos entre los que había periodistas y gente con formación académica,  como el director del diario “O Século” de Lisboa. También se ha mencionado el efecto físico que esos “soles” causaron, como secar las ropas y amplias áreas del terreno que estaban mojados por la llovizna pertinaz que caía sobre Fátima ese día así como los tonos irisados que se observaron muchas veces en los misteriosos objetos luminosos.

Por último debemos recordar que en esa época el ser humano solo conocía dos objetos capaces de volar: el globo aerostático y el avión, aquellos ruidosos biplanos que surcaban los cielos. Y ningún otro tipo de máquina o aparato que se pudiese asociar a la imagen de aquellos inexplicables objetos luminosos en forma de disco que sobrevolaron Fátima. Quizá por eso, pese a la imposibilidad teórica y real de que fuese el Sol, creyeron que éste había entrado en la atmósfera terrestre.

CONTINUARÁ....