1917-2017 ¿Qué sucedió realmente en Fátima? (III)

La descripción del ser luminoso que vieron los niños ¿encaja con la semblanza de la Virgen?

Descripción de la aparición e imagen idealizada
Las actas originales que se hicieron en su día, después de tomarles declaración a los videntes, ofrecen una auténtica semblanza del “ser luminoso” que los niños dicen que vieron flotando sobre la famosa encina. Pese a que fueron tratados con mucha dureza dialéctica por su propia familia y por los clérigos que les interrogaron, e incluso fueron arrestados por las autoridades civiles, ellos nunca dijeron haber visto a la Virgen, sino a un ser brillante de poco más de un metro de estatura al que definieron como la “señora o mujercita”. Este Ser hablaba sin mover los labios y cuando descendía del árbol parecía hacerlo sobre una especie de rampa luminosa. De los tres vidente, Francisco aseguró que nunca escuchó nada y Jacinta, su hermana, la escuchaba algunas veces. Solo Lucía aseguró oírla siempre, aunque sus labios no se movieran al hablar ¿Telepatía? La descripción física puede decirse que “escandalizó” a los oyentes, especialmente al describir sus ropajes: una extraño tocado en la cabeza ¿una escafandra transparente? Una especie de capa como “acolchada”, un vestido largo hasta las rodillas y en sus manos una bola como de cristal. En cuanto a su rostro, destacaron una tez muy brillante, de líneas suaves, grandes ojos negros y boca muy pequeña.



Evidentemente la figura de Fátima no tenía la más mínima comparación con la descripción hecha en anteriores apariciones supuestamente marianas, donde se hablaba de una mujer joven de gran belleza, manto largo y un vestido que cubría sus pies y como podemos observar sería una indumentaria casi totalmente opuesta a la que llevaba la que se manifestó ante los pastorcillos en Cova de Iría. En un principio nadie creyó que aquel ente luminoso  que los niños aseguraban haber comenzado a ver a partir del 13 de mayo hasta el mismo día del mes de octubre, en que se produjo el “movimiento del Sol” (¿?) fuese la Virgen, porque no era concebible (entre otras muchas cosas) que la indumentaria fuese tan extraña y el vestido cubriese solo hasta las rodillas. Marques Ferreira, uno de los párrocos de Fátima y el primero que entrevistó a los niños, nunca creyó que la descripción que dieron de su visión correspondiese a una semblanza de la Virgen, pero él era un simple párroco y debió plegarse a la interpretación posterior que la Iglesia, y especialmente los jesuitas, dieron de esta enigmática aparición.

Rostro según la descripción inicial de los niños
Otra cuestión digna de analizar es el movimiento que hacía esta “señora o mujercita” durante sus apariciones a los tres pastorcillos. Recordemos que su voz era escuchada siempre por Lucía y, en ocasiones, por la pequeña Jacinta que era la menor del grupo. Y sin embargo aseguraron que sus labios nunca se movían. ¿Pudo ser una transmisión oral telepática? Probablemente no tenga otra explicación. También extraña que el movimiento de este Ente al desplazarse, al subir y bajar de la encina, lo realizara sin mover los pies, es decir, como si realmente flotara en el espacio. Sorprende también la descripción de esa especie de tocado que llevaba en la cabeza, el aspecto acolchado de la capa y el vestido “hasta las rodillas”, inusual para las costumbres de la época y, por último, el objeto que llevaba en sus manos, cruzadas sobre el pecho, una especie de esfera transparente o de cristal y que luego se interpretaría como la imagen del clásico corazón.

Es evidente que si los niños, aún teniendo esa edad (recordemos que Jacinta tenía 7 años, Francisco, 9 y Lucía 10) hubiesen tenido una determinada formación escolar y unos mínimos conocimientos, la descripción dada de la “mujercita” probablemente hubiera sido diferente. Eran totalmente analfabetos (Lucía aprendería a escribir años después en el convento), su trabajo era el más humilde y simple de cuantos podían ejercer a esa edad (apacentar un ganado de ovejas) y tenían un total desconocimiento de cualquier materia académica. Quizá por eso la descripción dada de esta aparición fue asociada en su intelecto a cualquiera de las imágenes religiosas que les habían enseñado sus padres y que ellos consideraban familiares. Ocurre siempre igual. Cuando un ser humano no tiene un determinado nivel de conocimientos científicos, en seguida asocia cualquier observación extraña de un objeto desconocido a aquellos que le es  familiar, aunque la comparación difiera notablemente. Esto es, precisamente, lo que debió ocurrir. La muerte prematura de Jacinta y Francisco en 1919 y 1920, víctimas de aquella pandemia llamada “gripe española” privó a los investigadores independientes del caso (que también los hubo) de un análisis más real de la aparición.

CONTINUARÁ…