Bajo este supuesto, sus extrañas y silenciosas visitas cobran una aplastante lógica
Hay una inmensa mayoría de seres humanos que al escuchar la palabra OVNI suelen relacionarla inmediatamente con exóticas naves espaciales que llegan a la Tierra desde los confines del Universo o son procedentes de lejanas galaxias donde la vida inteligente y, por lo tanto, una ultrasofisticada civilización, ha logrado unos estadios de desarrollo que son impensables para la Humanidad del siglo XXI. Este supuesto no se puede descartar en absoluto, sin embargo y de forma inmediata, surge una serie de interrogantes para las que no tenemos respuesta, salvo que sea de la naturaleza misma de aquellos relatos que nos hablan de supuestos contactos secretos con los líderes mundiales para no sabemos qué fin o como una especie de conspiración en la sombra entre los gobiernos más poderosos del Planeta y estas supercivilizaciones alienígenas.
Muchas veces se piensa que estos supuestos habitantes de las lejanas estrellas vienen a contemplar nuestro mundo que previsiblemente pudieron detectar por la emisión de señales de radio procedentes de la Tierra, por pruebas nucleares que se han realizado en ella o por la salida al espacio de nuestros ingenios espaciales a partir de 1957 y las trayectorias erráticas de restos de estas cápsulas que pululan por el espacio, algunas de ellas como la sonda espacial Voyager 1 que partió el 5 de septiembre de 1977 y ya abandonó de los confines de nuestro Sistema Solar hacia el infinito. En cualquier caso estos supuestos tendrían una posible lógica si el avistamiento de los OVNIs (Recuérdese: Objetos Volante No Identificados)fuese un fenómeno reciente.
Pero las referencias a la visita de estos Objetos proceden desde tiempos inmemoriales, de épocas en las cuales la tecnología espacial era desconocida e inexistente, incluso los vuelos dentro de nuestra atmósfera en simples aviones o globos aerostáticos, por lo que la presencia de máquinas más pesadas que el aire era impensable hasta hace solo dos o tres siglos. Solo a las aves se le reconocía ese privilegio. Todas estas evidencias nos llevan a plantearnos esta interrogante: si vienen de remotas estrellas a nuestro planeta, viajan desde distancias inconmensurables, llegan y no establecen contacto con nosotros ¿Porqué lo hacen? ¿qué sentido tiene ese derroche de tiempo y energía? ¿para qué aventurarse a un viaje espacial lleno de peligros, si no hay contacto con los humanos? ¿porqué aterrizan en la Tierra si no aprovechan nada de ella? ¿solo para ver qué ocurre en nuestro mundo? ¿es lógica esta actitud?...
Como podemos advertir y bajo esta perspectiva, sus viajes o visitan carecen de toda lógica. El ser humano está estudiando concienzudamente el planeta Marte, que es muy similar al nuestro. Nuestros viajes son para analizarlo en todos los aspectos sin olvidar el principal de todos: la búsqueda de la vida, aunque sea a nivel bacteriológico. Y si se hallara algún tipo de ente biológico inteligente, nuestra civilización intentaría un contacto y un acercamiento para conocerle, evaluarle como ser viviente y contactar de manera efectiva con esa civilización alien. Pero los supuestos "hombrecitos espaciales", por lo visto, desdeñan la que para cualquier civilización sería el hallazgo más importante: el descubrimiento de entidades similares y el lógico análisis para un contacto efectivo.
¿Y si fueran de este mundo, aunque no de esta época?
Vamos a imaginar hipotéticamente que la Humanidad del siglo XXV ha logrado materializar lo que hoy es, a nivel teórico, posible: desarrollar la Física Cuántica a niveles increíbles y como consecuencia de esos inimaginables avances, hallar el procedimiento para viajar por el Espacio-Tiempo en una máquina, tanto al pasado como al futuro. Estos viajes tendrían como misión principal conocer el devenir histórico ya trascendido (el pasado) como el que está por acontecer (el futuro) y, seguramente, con dos finalidades muy distintas, pues si el viaje al futuro será para conocer qué ocurrirá en determinado tiempo, el viaje al pasado sería para analizar lo acontecido y enmendar errores de cara al presente o al propio futuro. No es concebible que los viajeros del tiempo puedan interactuar para modificar un hecho que ya trascendió. El hombre del futuro, de ese siglo XXV, conocerá perfectamente la Historia de la Humanidad, desde los albores de su existencia hasta los tiempos actuales. Pero no podrá hacer nada por modificarla porque provocaría un cataclismo de consecuencias desastrosas. Vamos a suponer que viajan en el tiempo a la ciudad de Braunau am Inn en Austria en mes de mayo de 1896 y se encuentran con un niño de 7 años que dice llamarse Adolf Hitler. Ellos conocen perfectamente la trayectoria de este personaje y su repercusión en la Historia europea y mundial ¿Optarían por eliminarle? No, desde luego, porque alterarían el devenir histórico a partir de ese momento con consecuencias catastróficas para el futuro.
Quizá los viajeros del tiempo que lo emprendan desde su momento presente hacia el pasado sean, en realidad, historiadores que quieren reescribir la Historia en su auténtica verdad, tal y como aconteció. Cualquier hombre moderno imagina lógicamente que no siempre los hechos históricos acontecieron tal y como han trascendido hacia cada etapa histórica, entre otras cosas porque no siempre quienes la escribieron lo hicieron desde la más absoluta imparcialidad. Muchas veces fue escrita por los vencedores, los conquistadores, los gobernantes, los dictadores o los poderosos y casi nunca por los vencidos o sojuzgados, de ahí que la verdad histórica sea generalmente relativa. Sin embargo ellos, los viajeros del tiempo de las generaciones futuras, conoceran la verdad real de lo que pasó, del porqué ocurrió, de sus causas y efectos.
¿Son, pues, los OVNIs Máquinas del Tiempo de la Humanidad futura? Imposible de poder confirmarlo... ni de negarlo.